viernes, 6 de marzo de 2009

Primera fase: instrucción

Bien pués ya habíamos llegado a nuestro destino, la verdad me pareció bastante cutre pero supongo que este mismo aspecto tendrían todos los cuarteles por aquella época. Lo primero, claro, era despojarnos de nuestros pelos, un buen corte costaba un par de cigarros rubios. Si no, pués como saliera.


Entrega de la ropa y utensílios y a colocarlos en taquilla. Todos espectantes, nadie sabíamos que pasaba a continuación. Por suerte un chaval de Getafe, bisabuelo a mi llegada, me paso los trastos de "machaca", es decir a primera hora de la mañana adecentar el despacho del capitán de la compañía: vaciar papelera, pasar el trapo, etc. Me vino de maravílla por que me escaqueaba de gimnasia todos los días.


Y para empezar un poco con el cachondeo, la primera foto oficial. Es la que nos hacían a todos (y que cobraban) y que después nuestras madres ponían en el lugar más visible de la casa.
Para los más jóvenes, veréis que todavía se llevaba la "gallina" en las chapas y gorros. En los cuarteles la transición llegó un poco más tarde.
El traje que llevo puesto es el de paseo, tambien llamado "de granito" y que debía ser por lo basto que era. De todas maneras poco "paseo" dábamos en estos primeros meses.
Una vez terminada la gimnasia, nos conducian a hacer la instrucción -había que estar preparados para el desfile de la jura- horas interminables aguantando los gritos de los instructores que no eran otros que soldados y cabos de anteriores reemplazos. A media mañana, el bocata (chusco), con una gran variedad: un día sobrasada y otro quesitos.
Más instrucción, hasta que se acercaba la hora de comer. Vuelta a la esplanada central, ¡rompan filas! y asueto hasta formar para entrar al comedor y deleitarnos con un estupendo menú acompañado de excelentes vinos de la zona.
Y después una siestecilla.

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